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CUMBRE DEL G7
Discurso del presidente Lula en la sesión de trabajo del G7
Lula: "Es necesario derribar mitos y abandonar paradigmas que colapsaron" - Foto: Ricardo Stuckert (PR)
Quiero agradecerle al primer ministro Kishida por su invitación para que Brasil participase del segmento ampliado de la Cumbre de Hiroshima.
Esta es la 7ª vez que soy invitado de una reunión del G-7.
Cuando aquí estuve por última vez, en la Cumbre de L´Áquila en el 2009, enfrentábamos una crisis financiera global de proporciones catastróficas, que llevó a la creación del G-20 y expuso la fragilidad de los dogmas y equívocos del neoliberalismo.
El ímpetu reformador de aquel momento fue insuficiente para corregir los excesos de la desregulación de los mercados y la apología del Estado mínimo.
La arquitectura financiera global cambió poco y las bases de una nueva gobernanza económica no fueron lanzadas.
Hubo retrocesos importantes, como el debilitamiento del sistema multilateral de comercio. El proteccionismo de los países ricos ganó fuerza y la Organización Mundial del Comercio permanece paralizada. Nadie se recuerda de la Ronda del Desarrollo.
Los desafíos se acumularon y se agravaron. Por cada amenaza que dejamos de enfrentar, generamos nuevas urgencias.
El mundo hoy vive la sobreposición de múltiples crisis: pandemia del Covid-19, cambio climático, tensiones geopolíticas, una guerra en el corazón de Europa, presiones sobre la seguridad alimentaria y energética y amenazas a la democracia.
Para enfrentar estas amenazas es necesario que haya un cambio de mentalidad. Es necesario derribar mitos y abandonar paradigmas que colapsaron.
El sistema financiero global tiene que estar al servicio de la producción, del trabajo y del empleo. Solo tendremos un crecimiento sostenible de verdad direccionando esfuerzos y recursos en favor de la economía real.
El endeudamiento externo de muchos países, que victimó a Brasil en el pasado y hoy asola a Argentina, es causa de una desigualdad flagrante y creciente, y requiere del Fondo Monetario Internacional un tratamiento que considere las consecuencias sociales de las políticas de ajuste.
Desempleo, pobreza, hambre, degradación ambiental, pandemias y todas las formas de desigualdad y discriminación son problemas que demandan respuestas socialmente responsables.
Esta tarea solo es posible con un Estado inductor de políticas públicas dirigidas para la garantía de derechos fundamentales y del bienestar colectivo.
Un Estado que fomente la transición ecológica y energética, la industria y la infraestructura verdes.
La falsa dicotomía entre crecimiento y protección al medio ambiente ya debería estar superada. El combate al hambre, a la pobreza y a la desigualdad debe volver al centro de la agenda internacional, asegurando el financiamiento adecuado y la transferencia de tecnología.
Para esto ya tenemos una brújula, acordada multilateralmente: la Agenda 2030.
No tengamos ilusiones. Ningún país podrá enfrentar aisladamente las amenazas sistémicas de la actualidad.
La solución no está en la formación de bloques antagónicos o respuestas que contemplen solo un número pequeño de países.
Esto será particularmente importante en este contexto de transición para un orden multipolar, que exigirá cambios profundos en las instituciones.
Nuestras decisiones solo tendrán legitimidad y eficacia si son tomadas e implementadas democráticamente.
No tiene sentido convocar a los países emergentes a contribuir para resolver las “crisis múltiples” que el mundo enfrenta sin que sus legítimas preocupaciones sean satisfechas, y sin que estén adecuadamente representados en los principales órganos de gobernanza global.
La consolidación del G-20 como principal espacio para la concertación económica internacional fue un avance innegable. Él será aún más efectivo con una composición que dialogue con las demandas e intereses de todas las regiones del mundo. Esto implica una representatividad más adecuada de los países africanos.
Las coaliciones no son un fin en si mismo, y sirven para apalancar iniciativas en espacios plurales como el sistema ONU y sus organizaciones asociadas.
Sin reforma de su Consejo de Seguridad, con la inclusión de nuevos miembros permanentes, la ONU no recuperará la eficacia, la autoridad política y la moral para tratar con los conflictos y dilemas del siglo XXI.
Un mundo más democrático en la toma de decisiones que afectan a todos es la mejor garantía de paz, de desarrollo sostenible, de derechos de los más vulnerables y de protección del planeta.
Antes que sea demasiado tarde.
Muchas gracias.