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Hoy es el día de decir alto y claro: aún estamos aquí.
Estamos aquí para decir que estamos vivos y que la democracia sigue viva, todo lo contrario a lo que planearon los golpistas el 8 de enero de 2023.
Estamos aquí - mujeres y hombres de diferentes orígenes, creencias, partidos e ideologías - unidos por una causa común.
Estamos aquí para decir: dictadura nunca más. Democracia siempre.
Estamos aquí para recordar que estamos aquí gracias a que la democracia salió victoriosa.
De lo contrario, muchos de nosotros podríamos haber sido encarcelados, exiliados o asesinados, como ocurrió en el pasado, y no permitiremos que vuelva a ocurrir.
Si hoy podemos pensar diferente y expresar libremente nuestros pensamientos, ideas y deseos, es porque la democracia ha vencido.
De lo contrario, la única libertad de expresión permitida sería la del dictador y sus cómplices, y se utilizaría para mentir, difundir el odio e incitar a la violencia contra cualquiera que piense de forma diferente.
Si hoy estamos aquí para renovar nuestra fe en el diálogo entre opuestos, en la armonía entre los tres poderes del Estado y en el respeto a la Constitución, es porque la democracia ha vencido.
De lo contrario, la truculencia sustituiría al diálogo. Todos los poderes se reunirían en uno solo, concentrado en manos de los fascistas.
Se rasgaría la Constitución. Y se suprimirían los derechos humanos.
Si hoy podemos guiarnos por la ciencia y vacunar a nuestros hijos es gracias a que la democracia ha vencido.
De lo contrario, enfermedades erradicadas como el sarampión y la parálisis infantil volverían a aparecer.
Y nuevas pandemias podrían repetir la tragedia de la COVID-19, cuando cientos de miles de personas murieron por el retraso en la compra de vacunas y las noticias falsas contra las inmunizaciones.
Si estas obras de arte vuelven a estar aquí - restauradas minuciosamente por hombres y mujeres que les dedicaron más de 1.760 horas de su vida - es porque la democracia ha vencido. De lo contrario, habrían sido destruidas para siempre. Y muchas otras obras de valor incalculable correrían la misma suerte que el lienzo de Di Cavalcanti, víctima del odio de quienes saben que el arte y la cultura son portadores de la historia y la memoria de un pueblo.
El arte y la cultura que odian las dictaduras. Una historia y una memoria que siempre intentan borrar.
Estamos aquí porque necesitamos recordar. Para que nadie olvide. Para que nunca vuelva a ocurrir.
Si hoy podemos contar historias, y ver historias contadas libremente en el cine, el teatro, la música y la literatura, es porque la democracia ha vencido.
De lo contrario, el arte tendría que estar sometido a censores, que nos prohibían ver, oír y leer todo lo que consideraban subversivo.
Hoy estamos aquí para garantizar que nadie muera o desaparezca por la causa que defiende.
Estamos aquí en nombre de aquellas y aquellos que ya no están con nosotros.
Estamos aquí en nombre de todas las Marías, Clarices y Eunices.
Mis amigas y amigos:
La democracia para unos pocos no es democracia plena.
Por eso, la democracia será siempre una obra en construcción.
La democracia será plena cuando todos los brasileños, sin excepción, tengan acceso a una alimentación de calidad, a la salud, a la educación, a la seguridad, a la cultura y al entretenimiento.
Cuando todos tengan las mismas oportunidades para crecer y prosperar, y los mismos derechos para soñar y ser felices.
La democracia será plena cuando todos sean realmente iguales ante la ley y la piel negra deje de ser el objetivo de la truculencia de los agentes del Estado.
Cuando los pueblos indígenas tengan derecho a sus tierras, su cultura y sus creencias.
Cuando las mujeres conquisten la igualdad de derechos, y el derecho a estar donde quieran estar, sin ser juzgadas, agredidas o asesinadas.
Cuando todas las religiones se respeten y convivan en armonía, porque la fe debe unir, no enfrentar a los hermanos unos contra otros.
Cuando todas las personas tengan derecho a amar y a ser amadas por quien quieran, sin sufrir ningún tipo de prejuicio, discriminación o violencia.
Es esta democracia —plena y para todos— la que queremos construir en Brasil.
Mis amigas y amigos:
Todos y cada uno de nosotros debemos cuidar la democracia con mucho cariño y vigilancia. Siempre y para siempre.
Seremos implacables con cualquier intento de golpe de Estado.
Los responsables del 8 de enero están siendo investigados y castigados. Nadie ha sido ni será encarcelado injustamente. Todos pagarán por los delitos que cometieron.
Todos —incluidos los que planificaron el asesinato del presidente y el vicepresidente de la República, y el presidente del Tribunal Superior Electoral— tendrán pleno derecho a la defensa y a la presunción de inocencia.
Defendemos y defenderemos siempre la libertad de expresión, pero no toleraremos el discurso del odio, las noticias falsas que ponen en peligro la vida de las personas ni la incitación a la violencia contra el Estado de derecho.
Seremos intransigentes en nuestra defensa de la democracia.
Renovaremos siempre nuestra inquebrantable fe en el diálogo, en la unión, en la paz y en el amor al prójimo.
Seguiremos trabajando día y noche para construir un Brasil más desarrollado y más justo.
Porque la democracia ha vencido.
Muchas gracias.