Discurso del presidente Lula en la 3.ª Sesión de la Reunión de Líderes del G20: Transiciones energéticas y desarrollo sostenible
Fue en Río de Janeiro donde nacieron las tres Convenciones Marco de la ONU sobre Cambio Climático, Biodiversidad y Desertificación.
Pocos imaginábamos que, tres décadas después, estaríamos viviendo el año más caluroso de la historia, con inundaciones, incendios, sequías y huracanes cada vez más intensos y frecuentes.
Los esfuerzos realizados desde entonces han contribuido a evitar un escenario peor.
Pero tenemos que hacer más y mejor.
El Protocolo de Kioto se ha convertido en un referente de frustración en la acción colectiva.
La COP15 de Copenhague fue un trauma que estuvo a punto de hacer descarrilar el régimen climático.
El Acuerdo de París va a llegar a Belém tras diez años de vigencia y sus resultados están aún muy lejos de lo que se necesita.
No hay más tiempo que perder.
El G20 es responsable del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Reconociendo el papel crucial del G20, la presidencia brasileña lanzó la Fuerza de Tarea para la Movilización Global contra el Cambio Climático.
Por primera vez, hemos reunido a ministros de Finanzas, de Medio Ambiente y Clima, de Relaciones Exteriores y presidentes de los bancos centrales para debatir sobre cómo hacer frente al desafío climático.
Ahora, junto con el secretario general António Guterres, hago un llamamiento al G20 para que participe en la Movilización Global Conjunta Brasil-ONU para elevar el nivel de ambición de la próxima ronda de Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (las "NDC", por sus siglas en inglés).
Es fundamental que las nuevas NDC estén alineadas con el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a un grado y medio.
Nuestra brújula sigue siendo el principio de responsabilidades comunes, pero diferentes. Se trata de un imperativo de justicia climática.
Aunque no avancemos a la misma velocidad, todos podemos dar un paso más.
A los miembros desarrollados del G20, les propongo que adelanten sus metas de neutralidad climática de 2050 a 2040 o incluso 2045.
Si no asumen sus responsabilidades históricas, las naciones ricas no tendrán credibilidad para exigir ambición a los demás.
Hago un llamamiento a los países en desarrollo para que garanticen que sus NDC abarcan toda la economía y todos los gases de efecto invernadero.
Es esencial que consideren la adopción de metas absolutas de reducción de emisiones.
Brasil presentó en Bakú su nueva NDC, que abarca todos los gases de efecto invernadero y todos los sectores económicos.
Hemos asumido la ambiciosa meta absoluta para 2035 de reducir las emisiones entre un 59% y un 67% respecto a 2005.
Tenemos una de las matrices energéticas más limpias del mundo: el 90% de nuestra electricidad procede de fuentes renovables.
Somos campeones en biocombustibles, hemos avanzado en generación eólica y solar y en hidrógeno verde.
La mayor parte de la reducción de nuestras emisiones procederá del descenso de la deforestación, la cual ha disminuido un 45% en los dos últimos años.
No transigiremos en materia de delitos medioambientales. La deforestación se erradicará para 2030.
Queremos que el mundo reconozca el papel desempeñado por los bosques y que se valorice la contribución de los pueblos indígenas y de las comunidades tradicionales.
Brasil agradece la colaboración del G20 en el diseño del Fondo Bosques Tropicales para Siempre, que remunerará a los países en desarrollo que mantengan sus bosques en pie.
También acogemos con satisfacción la aprobación de los Principios sobre Bioeconomía del G20, que sientan las bases de un nuevo modelo de desarrollo.
Pero este esfuerzo será inocuo si la comunidad internacional no se une para hacer su parte.
Aunque no talemos más árboles, la Amazonia seguirá amenazada si el resto del mundo no cumple su misión de refrenar el calentamiento global.
Los océanos son otro importante regulador del clima y fuente potencial de soluciones.
También deben ser objeto prioritario de nuestra preocupación.
En la lucha por la supervivencia, no hay lugar para el negacionismo y la desinformación.
Brasil seguirá trabajando con la ONU y con la UNESCO en la Iniciativa Global para la Integridad de la Información sobre el Cambio Climático.
Mientras estamos aquí, nuestros representantes están negociando en Bakú una nueva meta de financiamiento climático.
Ninguna ambición puede sostenerse sin medios de implementación.
En París, hablábamos de cien mil millones de dólares al año, algo que el mundo desarrollado no cumplió. Hoy hablamos de billones.
Estos billones existen, pero se desperdician en armamento, mientras el planeta agoniza.
No podemos posponer la tarea de Bakú hasta llegar a Belém.
La COP30 será nuestra última oportunidad de evitar un colapso irreversible del sistema climático.
Cuento con todos ustedes para hacer de Belem la COP de una nueva etapa.
Señoras y señores:
Necesitamos una gobernanza climática más sólida.
No tiene sentido negociar nuevos compromisos si no disponemos de un mecanismo eficaz para acelerar la implementación del Acuerdo de París.
Brasil invita a la comunidad internacional a considerar la creación de un Consejo de Cambio Climático en la ONU, que articule diferentes actores, procesos y mecanismos que actualmente se encuentran fragmentados.
La esperanza renace con cada compromiso y acto de valentía en defensa de la vida y de la preservación de las condiciones en las que nos fue dada.
Muchas gracias.