Discurso del presidente Luiz Inácio Lula da Silva en la Cumbre del G77 + China, en Cuba
Saludo al Presidente Miguel Díaz-Canel y al pueblo cubano por su hospitalidad.
Es de especial significado que, en este momento de grandes transformaciones geopolíticas, esta Cumbre se realice aquí en La Habana.
Cuba defiende una gobernanza global más justa.
Y hasta hoy es víctima de un embargo económico ilegal.
Brasil es contra cualquier medida coercitiva de carácter unilateral.
Rechazamos la inclusión de Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo.
Estimados amigos y amigas:
Desde que asumí mi nuevo mandato, estuve en diversos foros con la presencia de países en desarrollo, como la CELAC, los BRICS y el G20.
Pero ninguno de esos espacios cuenta con el alcance y la diversidad del G77.
Nuestro grupo corresponde al 79% de la población mundial y al 49% del PIB global en paridad del poder de compra.
Hace casi sesenta años, viene siendo un vector de importantes cambios en las instituciones multilaterales.
El G77 fue fundamental para exponer las anomalías del comercio global y para defender la construcción de una Nueva Orden Económica Internacional.
Infelizmente, muchas de nuestras demandas nunca fueron atendidas.
La gobernanza mundial sigue asimétrica. La ONU, el sistema Bretton Woods y la OMC están perdiendo credibilidad.
No podemos dividirnos.
Debemos forjar una visión común que lleve en consideración las preocupaciones de los países de renta baja y mediana y de otros grupos más vulnerables.
Es estratégico que el G77 tenga, por primera vez, dedicado una Cumbre al tema de la Ciencia, Tecnología e Innovación.
En los últimos años, tuvimos un aumento en la proporción del PIB mundial invertido en investigación en desarrollo.
Pero esa elevación no ocurrió de forma uniforme.
América Latina y el Caribe y África subsahariana fueron en el contramano de esa tendencia.
Otras desigualdades persisten. Es desalentador que las mujeres sean solamente el 31% del total de investigadores.
Necesitamos reforzar nuestras reivindicaciones a la luz de la Cuarta Revolución Industrial.
Hay dos grandes transformaciones en curso.
Ellas no pueden ser moldadas por un puñado de economías ricas, reeditando la relación de dependencia entre centro y periferia.
La primera es la revolución digital.
Avances como la computación en red, la inteligencia artificial, la biotecnología de punta y la digitalización traen posibilidades que, hace pocas décadas, ni siquiera imaginábamos.
Pero esas innovaciones tienen efectos colaterales amenazadores.
Grandes multinacionales del sector de tecnología tienen modelos de negocios que acentúan la concentración de riquezas, no respetan leyes laborales y muchas veces alimentan violaciones de derechos humanos y fomenta el extremismo.
Corremos riesgos que van desde la pérdida de privacidad al uso de armas autónomas, pasando por el bies racista de muchos algoritmos.
El Pacto Global Digital de la ONU ofrece oportunidad de mitigar esos desafíos y permitir que los beneficios de las nuevas tecnologías puedan ser aprovechados por todos.
La idea de establecer un panel científico para la inteligencia artificial es bienvenida, pero es preciso asegurar la participación de especialistas del mundo en desarrollo.
El proyecto de Directrices Globales para la Reglamentación de Plataformas Digitales de la UNESCO equilibra la libertad de expresión y el acceso a la información con la necesidad de cohibir la diseminación de contenidos que contraríen la ley o amenacen la democracia y los derechos humanos.
El segundo gran cambio en curso en el mundo es la transición energética.
La emergencia climática nos impone nuevos imperativos, pero la transición justa trae oportunidades.
Con ella, podemos tener aire más limpio, ríos sin contaminación, ciudades más acogedoras, comida de calidad en la mesa, empleos dignos y niños más saludables.
Fue con esa firme convicción que, el mes pasado, realizamos la Cumbre Amazónica, en Belém.
La Declaración que adoptamos prevé amplia agenda de cooperación científica y valoriza el conocimiento de las comunidades e instituciones amazónicas.
El Observatorio Regional de la Amazonia sistematizará y monitoreará datos para orientar políticas públicas y volverlas más eficaces.
Tenemos que aprovechar el patrimonio genético de nuestra biodiversidad, con repartición justa de los beneficios, resguardando la propiedad intelectual sobre nuestros recursos y conocimientos tradicionales.
Vamos a promover la industrialización sustentable, invirtiendo en energías renovables, en la socio-bio-economía y en la agricultura de bajo carbono.
Lo haremos sin olvidar que no tenemos la misma deuda histórica de los países ricos por el calentamiento global.
El principio de las responsabilidades comunes, más diferenciadas permanece válido.
Es por ello que la financiación climática tiene que ser asegurada a todos los países en desarrollo, según sus necesidades y prioridades.
En el camino entre la COP28, en Dubái, y la COP30, en Belém, será necesario insistir en la implementación de los compromisos nunca cumplidos por los países desarrollados.
Señoras y Señores:
En la década de los ochenta, Brasil fue pionero en la cooperación Sur-Sur en materia de ciencia, tecnología e innovación, al establecer alianza en el área nuclear con Argentina y en el área espacial con China.
Esas dos iniciativas de cooperación fructifican hasta hoy.
Al rescatar el protagonismo de Brasil en el mundo, le otorgamos carácter especial a la cooperación científica y tecnológica entre países en desarrollo en nuestra política externa.
Daremos nuevo impulso a programas y proyectos regionales por medio de la CELAC, del BRICS y de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP).
La colaboración con Angola y Mozambique y varios otros países de África demuestra que compartir conocimientos, políticas y tecnologías brasileñas puede ayudarlos a dar un salto en la productividad agrícola y en la producción de medicamentos.
En la presidencia brasileña del G20, vamos a proponer la creación de un Grupo de Trabajo en Ciencia, Tecnología e Innovación, para apalancar los intereses de los países en desarrollo en ese campo.
En Nueva Delhi, participamos del lanzamiento de la Alianza Global para los Biocombustibles.
Nuestro objetivo es mostrar el potencial de la bioenergía en el contexto de la transición energética.
Estimados amigas y amigos:
Al final de la Guerra Fría, la Comisión del Sur, liderada por Julius Nyerere, reunió decenas de intelectuales, diplomáticos y líderes de África, Asia y América Latina – entre ellos, mi amigo Manmohan Singh y los brasileños Celso Furtado y Paulo Arns – para construir una visión común del desarrollo.
Una segunda edición de la Comisión del Sur nos permitiría actualizar nuestra visión de desarrollo sustentable, con base en nuestras realidades y prioridades, a la luz de la revolución digital y de la transición justa.
Dejo esa sugerencia a Uganda, a quien le deseo éxito al frente de la presidencia del G77 a partir del próximo año.
Los países del Sur tienen plenas condiciones de ocupar la vanguardia de la ciencia, tecnología e innovación.
Para ello, necesitamos volver a actuar juntos, como lo hicimos el pasado.
Muchas gracias.