Discurso leído por el presidente Lula en la inauguración de la 36ª. Feria Internacional del Libro de Bogotá
Es con inmenso placer que hoy me dirijo a todos ustedes, en la apertura de esta prestigiosa Feria Internacional del Libro de Bogotá, FILBo, una de las más importantes de América Latina.
Brasil se siente profundamente honrado por ser nuevamente el país homenajeado, después de nuestra participación en 1995 y 2012.
Retribuiremos la gentileza homenajeando a Colombia en la Bienal del Libro de São Paulo, en septiembre de este año.
En el imaginario de muchas personas, Brasil es sinónimo de naturaleza.
Tal vez por eso es tan característico de la literatura brasileña retratar los diversos biomas del país como más que meros escenarios.
La Caatinga y las Pampas fueron no sólo trasfondos, sino componentes centrales de épicos nacionales como "Os Sertões", de Euclides da Cunha, y "O Tempo e o Vento", de Érico Veríssimo.
Este rasgo persiste en autores contemporáneos, como Paulliny Tort, integrante de la delegación que me acompaña, que hizo del Cerrado (la sabana) su personaje.
El año 2024 marca el centenario de la publicación de "A Voragem", obra seminal del colombiano José Eustaquio Rivera, en la que es la Amazonia la que ocupa ese lugar.
Ese bioma compartido por Brasil y Colombia ha sido el teatro de vivencias comunes, inscritas en nuestras culturas.
Las huellas dejadas por el ciclo del caucho y denunciadas por Rivera encuentran paralelo en la obra de autores brasileños.
Rivera describe un universo de penuria y brutalidad que, en el libro "Orfãos do Eldorado" de Milton Hatoum, es reflejo de la codicia de aquellos que hicieron fortuna a expensas del bosque y de sus pueblos.
Eldorado, la mítica ciudad de oro, cuya búsqueda ha dejado un rastro de desolación, es posiblemente la palabra que mejor evoca la locura de la explotación de la que ha sido víctima no sólo nuestra naturaleza, sino también nuestra gente.
Hace 28 años, cumplidos el día de hoy, 17 de abril, 19 trabajadores rurales fueron asesinados en la ciudad de Eldorado dos Carajás, en el estado amazónico de Pará, mientras marchaban por su derecho a la tierra.
Hatoum pregunta, en su poema "O fim que se aproxima": " ¿Qué Brasil se esconde detrás de la humanidad amazónica?”
El Brasil que deseamos no es el de la destrucción y la violencia.
Queremos sustituir la devastación por el desarrollo sostenible y transformar la exclusión en ciudadanía.
Queremos construir un país donde cuidar el medio ambiente y cuidar a las personas no sean objetivos excluyentes.
El lema de esta edición de la FILBo – Leer la Naturaleza – expone la insensatez de la dicotomía occidental entre el mundo de los seres humanos y el de la naturaleza, que nos está llevando a una catástrofe climática.
Es esta la alerta que hace nuestro querido Aílton Krenak, aquí presente y participante de esta feria y primer indígena, en más de 125 años, a ocupar una plaza en la Academia Brasileña de Letras.
En la literatura que emerge hoy en Brasil, aquellos que siempre han sido marginados asumen el protagonismo para narrar sus experiencias en primera persona.
Están en la delegación brasileña autores como Luciany Aparecida, que acabamos de escuchar, Daniel Munduruku, Daiara Tukano, Eliane Potiguara, Eliane Marques, Geovane Martins y Jefferson Costa, dándole voz a la identidad indígena y afrodescendiente compartida por nuestros dos países.
Este es el sentido del retorno a la ancestralidad que nos propone Ana María Goncalves en su magnífica novela "Um defeito de cor".
La literatura no conoce fronteras. Los libros tienen el poder extraordinario de transportarnos a otras realidades, ampliar horizontes y ponernos en el lugar del otro, como nos invitan las biografías del compañero Fernando Morais, aquí presente.
El maestro Antonio Cândido, crítico literario y sociólogo brasileño, nos enseñaba que la literatura es un derecho humano, porque es un bien indispensable para nuestra humanización.
Leer es ser libre, incluso cuando físicamente intentan aislarnos y encarcelarnos, pues la lucha por un país más justo, una vida digna y una América Latina unida persiste, a pesar de aquellos que buscan obstaculizar el progreso de nuestra región.
Necesitamos más libros y menos armas. Más conocimiento, educación, ciencia e innovación.
La reanudación de las políticas culturales ha sido uno de los puntos altos de mi gobierno, con la recreación del Ministerio de Cultura, bajo la brillante conducción de nuestra querida Margareth Menezes, exponente de la cultura brasileña.
Hoy firmamos un acuerdo de cooperación cultural que va a multiplicar los puentes entre nuestros países.
Me gustaría invitarlos a viajar con nosotros por el pabellón de Brasil. Nuestra área de exposición posee una librería con obras para adultos, jóvenes y niños y un área gastronómica con comidas típicas brasileñas.
Vamos a ofrecer una programación artística y académica diversificada, con samba, capoeira, cine y clases de portugués, mostrando lo mejor que Brasil tiene para ofrecer.
Esperamos, con gran entusiasmo, las oportunidades de intercambio, aprendizaje y colaboración que surgirán de esta feria.