Discurso del presidente Lula en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)
Es un placer estar en San Vicente y las Granadinas para participar en la octava Cumbre de la CELAC.
Este bello y acogedor país caribeño recibe en este día a los líderes responsables de hacer realidad nuestros ideales de integración.
Una de las experiencias más gratificantes de mis primeros mandatos fue la reactivación del proyecto integracionista en la primera década del siglo XXI.
Tuve la oportunidad y la satisfacción de vivir un momento único en este deseo colectivo de acercarnos unos a otros.
Trabajamos por el fortalecimiento y la ampliación del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).
Participé en las etapas iniciales de la formación de la CELAC en 2008, en Bahía, cuando reunimos por primera vez a los 33 jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe.
Tuvieron que pasar 500 años para que esto sucediera.
A pesar de nuestra diversidad, hemos sabido avanzar con paso firme en la creación de consensos regionales.
Nuestra extraordinaria variedad cultural, étnica y geográfica no ha sido un obstáculo.
Nuestros distintos modelos políticos y económicos tampoco nos han impedido esforzarnos constantemente por entendernos.
Nos unía un deseo común de justicia social, lucha contra la pobreza y la promoción del desarrollo.
Construimos una cultura de paz y entendimiento.
En los últimos años, sin embargo, hemos vuelto a ser una región balcanizada y dividida, que mira más hacia fuera que hacia dentro.
Entre muchos de nosotros, la intolerancia ha ganado fuerza y está impidiendo que diferentes puntos de vista se sienten en la misma mesa.
Estamos dejando de cultivar nuestra vocación de cooperación y permitiendo que se impongan conflictos y disputas, muchos de ellos ajenos a la región.
Defender el fin del bloqueo a Cuba y la soberanía de Argentina en las Malvinas nos interesa a todos.
Todas las formas de sanciones unilaterales, sin amparo en el Derecho internacional, son contraproducentes y penalizan a los más vulnerables.
En un momento en que el gasto militar mundial supera los USD 2 billones anuales, recuperar el espíritu de solidaridad, diálogo y cooperación no puede ser más actual y necesario.
En un mundo en el que tantos conflictos causan miles de víctimas inocentes, sobre todo mujeres y niños, nuestra región debe ser un ejemplo de construcción de la paz.
Señoras y señores:
No podemos dejar de reflexionar sobre nuestro lugar en la escena internacional.
En un contexto de difusión del poder global y de constante refuerzo de la multipolaridad, la cuestión que vuelve a plantearse es si los países de América Latina y del Caribe quieren integrarse al mundo unidos o por separado.
Esto es especialmente relevante en un momento en el que nuestra región se convertirá en el centro de gravedad de la diplomacia mundial, al acoger las cumbres del G20, de la APEC, de los BRICS y de la COP30.
Si hablamos como región, tendremos más posibilidades de influenciar los grandes debates de la actualidad.
Si trabajamos juntos, creamos sinergias que fortalecen nuestros proyectos individuales de desarrollo.
Las tres prioridades de la presidencia brasileña del G20 dialogan en gran medida con nuestros desafíos históricos.
Nuestra propuesta de Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza puede beneficiarse del Plan de Seguridad Alimentaria y Erradicación de la Pobreza de la CELAC.
Según datos de la CEPAL, de los 660 millones de latinoamericanos y caribeños, todavía hay 180 millones de personas que no tienen ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas y 70 millones siguen padeciendo hambre.
Resulta paradójico para una región que alberga grandes y diversos proveedores de alimentos.
El desarrollo sostenible y la transición energética son cuestiones urgentes de nuestro tiempo y una oportunidad para todos.
Tenemos el mayor potencial de energías renovables del mundo, si tenemos en cuenta nuestra capacidad para producir biocombustibles, energía eólica, energía solar e hidrógeno verde.
Tenemos más de un tercio de las reservas de agua del planeta y una biodiversidad riquísima.
Nuestro suelo contiene una amplia y diversa gama de minerales estratégicos de gran importancia para los proyectos industriales de última generación.
En este año en el que celebramos el 60º aniversario de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), merece la pena retomar el debate sobre la naturaleza estructural del subdesarrollo.
Economistas como Raúl Prebisch y Celso Furtado especificaron los riesgos asociados a una inserción internacional basada únicamente en las ventajas comparativas.
Con la integración, podemos lograr que las herramientas de Inteligencia Artificial sean aliadas de nuestros proyectos de reindustrialización, mitigando sus efectos nefastos sobre el mercado laboral.
El FMI calcula que el 40% de los empleos del mundo se verán afectados negativamente por estas nuevas tecnologías.
Las reformas necesarias de las organizaciones internacionales incluyen la demanda de mecanismos de financiamiento innovadores.
Los bancos multilaterales de desarrollo deberían asignar más recursos, de forma más ágil y sin condicionalidades, a iniciativas que realmente marquen la diferencia.
De este modo, será más fácil hacer frente a nuestra deficiente conexión física e invertir en la construcción de carreteras, vías férreas, puentes, puertos y conexiones aéreas que permitan una circulación eficaz de personas y mercancías.
Señoras y señores:
Quiero agradecer una vez más al compañero Ralph Gonsalves por el excepcional trabajo que ha realizado durante su presidencia.
Estoy seguro de que la compañera Xiomara Castro tendrá el mismo éxito al frente de la CELAC.
Brasil cree en la CELAC como un foro de construcción de consensos, que cultiva el camino del entendimiento y que no se deja tentar por las soluciones impositivas.
Me gustaría concluir parafraseando al embajador Samuel Pinheiro Guimarães, gran defensor de la vertiente regional de la política exterior brasileña, recientemente fallecido.
Para alcanzar sus objetivos estratégicos de desarrollo, los Estados de la periferia del mundo capitalista tienen que verse unos a otros con sus propios ojos y no a través del prisma de los países centrales.
La CELAC nos ofrece la posibilidad de pensar en nuestra inserción en el mundo a partir de nuestras agendas e intereses.
Mis amigos y amigas:
En Ucrania, cada día que se prolongan los combates aumentan el sufrimiento humano, la pérdida de vidas y la destrucción de hogares.
En Haití hay que actuar con rapidez para aliviar el sufrimiento de una población desgarrada por el caos social. Brasil lleva años diciendo que el problema de Haití no es solo de seguridad, sino sobre todo de desarrollo.
La tragedia humanitaria de Gaza exige que todos seamos capaces de decir basta al castigo colectivo que el gobierno israelí impone al pueblo palestino.
La gente está muriendo en la cola para conseguir comida.
La indiferencia de la comunidad internacional es escandalosa.
Quiero aprovechar la presencia del secretario general de la ONU, mi compañero António Guterres, para proponer una moción de la CELAC para el cese inmediato de este genocidio.
El secretario general puede invocar el artículo 99 de la Carta de la ONU para llamar la atención del Consejo sobre un asunto que amenaza la paz y la seguridad internacionales.
Hago un llamamiento al gobierno japonés, el cual asume la presidencia del Consejo a partir de hoy, para que aborde esta cuestión con carácter de urgencia.
Insto a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU a que dejen de lado sus diferencias y pongan fin a esta matanza.
Ya se han producido más de 30 mil muertes. La vida de miles de mujeres y niños inocentes está en juego.
La vida de los rehenes de Hamás también está en juego.
Quiero terminar diciéndoles que lo que está en juego es nuestra dignidad y nuestra humanidad. Por eso tenemos que parar la carnicería en nombre de la supervivencia de la humanidad, que necesita mucho humanismo.
Muchas gracias.