Discurso del presidente Lula en la Primera Sesión del Segmento de Alto Nivel para jefes de Estado y Gobierno de la COP28
Es una gran responsabilidad estar aquí en Dubái hoy.
Estamos ante el que talvez sea el mayor desafío ya enfrentado por la humanidad.
En vez de unir fuerzas, el mundo traba guerras, alimenta divisiones y profundiza la pobreza y las desigualdades.
El camino de esta COP28 hasta la COP30, en Brasil, dictará nuestro futuro.
Aquí haremos el primer Balance Global del Acuerdo de París.
En la COP29, definiremos un nuevo objetivo cuantificable de financiamiento.
Y en Belém formularemos nuestras nuevas Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC).
El último informe del IPCC es categórico sobre el peligro de un aumento en la temperatura global superior a un grado y medio.
La meta del Acuerdo de París, de mantenerlo entre un grado y medio y dos, ya es insuficiente para contener el calentamiento global a un nivel seguro.
Tenemos un problema colectivo de inacción, otro de falta de ambición.
Las NDC actuales no están siendo implementadas en el ritmo esperado.
Y, aunque lo estuviesen, no lograrían mantener la temperatura por debajo del límite de un grado y medio.
Brasil ajustó su NDC y se comprometió a reducir el 48% de las emisiones antes del 2025 y 53% antes del 2030, además de alcanzar la neutralidad climática antes del 2050.
Nuestra NDC es más ambiciosa que la de varios países que contaminan la atmósfera desde la revolución industrial en el siglo XIX.
Mantenemos el firme compromiso de eliminar la deforestación en la Amazonia antes del 2030.
Ya logramos reducirlo en casi 50% en los 10 primeros meses de este año, lo que evitó la emisión de 250 millones de toneladas de carbono en la atmósfera.
Pero muchos países del Sur Global no tendrán condiciones de implementar sus NDC, ni de asumir metas más ambiciosas.
Los más vulnerables no pueden escoger entre combatir el cambio del clima y combatir la pobreza. Tendrán que hacer ambos.
El principio de las responsabilidades comunes, a pesar de que son diferenciadas, es innegociable.
Amenazarlo va en contra de cualquier noción básica de justicia climática.
Esta noción demanda que sean cumplidas las obligaciones de financiamiento, de transferencia de tecnología.
Es inaceptable que la promesa de 100 mil millones de dólares por año asumida por los países desarrollados no salga del papel mientras, tan solo en el 2021, los gastos militares llegaron a 2 billones y 200 mil millones de dólares.
En Brasil, la emergencia climática ya es una realidad.
La Amazonia está atravesando, en este momento, una sequía inédita.
El nivel de los ríos es el más bajo en más de 120 años.
Nunca imaginé que vería eso en el lugar donde están los mayores depósitos de agua dulce del mundo.
Pero el futuro de la Amazonia no depende solo de los amazónidas.
La deforestación en todo el mundo solo responde por el 10% de las emisiones globales.
Aunque no derribemos más ningún árbol, la Amazonia podrá alcanzar su punto de no retorno si otros países no hacen su parte.
El aumento de la temperatura global podrá desencadenar un proceso irreversible de sabanización de la Amazonia.
Los sectores de energía, industria y transporte emiten muchos gases de efecto invernadero.
Tenemos que tratar con todas estas fuentes.
Es por eso que Brasil está proponiendo la Misión 1.5 – una misión colectiva que nos mantendrá en la ruta de un grado y medio.
Durante los dos años hasta la COP30, será necesario redoblar los esfuerzos para implementar las NDC que asumimos.
Y, en Belém, debemos anunciar NDC más osadas y garantizar los medios de implementación necesarios para concretizarlas.
Los países en desarrollo requieren incentivos positivos para promover medidas de acción climática alineadas a sus prioridades de desarrollo.
La mitología indígena cuenta que el río Amazonas nació de las lágrimas de la Luna.
La Luna tuvo que desistir de su amor por el Sol para que la Tierra no fuese destruida por el calor.
Si no dejamos nuestras diferencias de lado en nombre de un bien mayor, la vida en el planeta estará en peligro. Y será demasiado tarde para llorar.
Muchas gracias.