Discurso del Presidente Lula en la Cumbre del G-77 en la COP 28
Es un gran placer volver a participar en este foro tras la Cumbre celebrada en La Habana el pasado mes de septiembre.
Felicito al gobierno cubano por su iniciativa de reunir a los líderes del grupo en el contexto de esta COP.
El G-77 desempeñó un papel fundamental en la creación del régimen multilateral en el marco de la Convención sobre el Clima y sus principales avances, incluidos el Protocolo de Kioto (1997) y el Acuerdo de París (2015).
En la actualidad, con 134 países miembros, el G-77 es el principal grupo negociador de esta conferencia.
La cohesión del grupo fue esencial para la histórica aprobación del fondo de pérdidas y daños, ayer en Dubái.
Se trata de un logro esencial para los Estados insulares en desarrollo y sirve de inspiración para las negociaciones de los próximos días.
En un contexto de creciente fragmentación geopolítica, corresponderá al G-77 persistir en su papel de guardián del multilateralismo.
La vocación de actuación colectiva del grupo se forjó en nuestras luchas históricas a favor de la descolonización y el desarrollo.
Los retos que plantea el cambio climático nos encontrarán unidos.
Existen varios modelos de transición ecológica hacia un mundo descarbonizado.
Una transición justa no puede relegarnos a la posición de productores de commodities y exportadores de materias primas.
Ni inaugurar un nuevo ciclo de explotación predatoria de nuestros recursos naturales, en particular los minerales críticos.
Esta estrategia debe permitirnos transformar y diversificar nuestras bases productivas y avanzar hacia la industrialización.
Las barreras proteccionistas y las medidas unilaterales impuestas por los países ricos bajo el pretexto de la sostenibilidad dejan al descubierto la hipocresía de la retórica del libre comercio.
Los costos de las transiciones del mundo desarrollado se están transfiriendo al Sur Global.
Nosotros, que ya de por sí somos los más afectados por el cambio climático, estamos siendo doblemente castigados.
Es una cuestión de justicia climática que aquellos que más han contribuido al calentamiento global asuman sus responsabilidades.
Es necesario promover flujos continuos de recursos concesionarios hacia los países de baja y media renta y resolver el problema del endeudamiento, en particular para los países del continente africano.
Los países en desarrollo necesitarán entre 4 y 6 billones de dólares al año para implementar sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional y sus planes de adaptación.
No podemos eludir el debate sobre la falta de representatividad y la necesidad de reformar el Banco Mundial y el FMI.
Los mecanismos de financiación climática y medioambiental no pueden reproducir la lógica excluyente de estas instituciones.
En el consejo del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, Brasil, Colombia y Ecuador están obligados a compartir un único asiento, mientras que varios países desarrollados ocupan cada uno su propio asiento.
Los cuatro mayores fondos medioambientales tienen un saldo de más de USD 10 mil millones, pero los países en desarrollo no consiguen acceder a ellos debido a las trabas burocráticas.
También será imprescindible definir un enfoque común para una tributación internacional justa y encontrar soluciones a la evasión fiscal, que favorece a los superricos.
La reciente aprobación en la Asamblea General de la ONU de la Resolución sobre cooperación tributaria presentada por el Grupo Africano demuestra que ya no es posible aplazar este debate.
Trataremos todas estas cuestiones durante la presidencia brasileña del G20, que tendrá como foco la reducción de las desigualdades.
Señoras y señores,
El mundo está cambiando rápidamente. Nos quedaremos atrás si no sabemos defender nuestros intereses.
Esto también se aplica a la revolución digital y especialmente a la cuestión de la Inteligencia Artificial.
A falta de directrices claras y acordadas colectivamente para el uso de la Inteligencia Artificial, los modelos generados exclusivamente a partir de las experiencias de los países del Norte serán los que tomen el relevo.
El mundo no puede repetir la división entre países responsables e irresponsables que otrora marcó los debates sobre el desarme y la no proliferación.
Si no participamos activamente en la regulación de la Inteligencia Artificial, favoreciendo a la ONU como foro de concertación, nos quedaremos a la zaga de quienes ya dominan esta herramienta.
El G-77 ya ha conseguido mucho y puede conseguir mucho más. Sólo hay que seguir intentándolo.
Muchas gracias.