Discurso del Presidente Lula durante la Reunión de Sherpas, viceministros de Finanzas y representantes de Bancos Centrales del G20
Quiero dar la bienvenida a todos los sherpas, viceministros de Finanzas y representantes de los Bancos Centrales de los países del G20 e invitados.
Es la primera vez que Brasil acoge una Cumbre del G20.
Esta reunión marca el inicio del intenso calendario que nos llevará a Río de Janeiro en noviembre del próximo año.
Tenemos plena confianza en su potencial.
El G20 no es solo el grupo de las mayores economías, que reúne el 80% del PIB mundial, el 75% de las exportaciones y alrededor del 60% de la población mundial.
El G20 es actualmente el foro político y económico con mayor capacidad de influir positivamente en la agenda internacional.
2024 será un año de grandes desafíos.
No nos conviene un mundo marcado por el recrudecimiento de los conflictos, por la creciente fragmentación, por la formación de bloques proteccionistas y por la destrucción ambiental. Sus consecuencias serían impredecibles para la estabilidad geopolítica.
Brasil sigue de luto por el trágico conflicto entre Israel y Palestina. La violación cotidiana del derecho humanitario es impactante y resulta en miles de civiles inocentes, sobre todo mujeres y niños.
Brasil continuará trabajando por un alto al fuego permanente que permita la entrada de la ayuda humanitaria en Gaza y por la liberación inmediata de todos los rehenes por parte de Hamas.
Es fundamental que la comunidad internacional trabaje por la solución de dos estados, viviendo uno al lado del otro en seguridad.
Sin acción colectiva, estas múltiples crisis pueden multiplicarse y profundizarse.
Las desigualdades están en la raíz de los problemas que enfrentamos, o contribuyen a agravarlos
Necesitamos una nueva globalización que combata las disparidades.
Este objetivo guiará a toda la presidencia brasileña, que se estructurará en tres ejes:
- Inclusión social y lucha contra el hambre y la pobreza;
- La promoción del desarrollo sostenible en sus dimensiones social, económica y ambiental y las transiciones energéticas; y
- La reforma de las instituciones de gobernanza global.
En el primer eje queremos erradicar uno de los principales males de la actualidad.
Es inadmisible que un mundo capaz de generar riquezas del orden de 100 billones de dólares al año conviva con el hambre de más de 735 millones de personas y la pobreza de más del 8% de la población.
Para hacer frente a este problema, hemos creado una Fuerza de Tarea contra el Hambre y la Pobreza.
Vamos a proponer una Alianza Global con tres pilares:
- Un pilar de compromisos nacionales, que impulsará un conjunto de políticas públicas de efectividad ya probadas;
- Un pilar financiero, que movilizará recursos internos y externos para financiar estas políticas; y
- Un pilar de apoyo técnico, que difundirá buenas prácticas y fomentará la cooperación Sur-Sur.
En el segundo eje, queremos asegurarnos de que las profundas transformaciones que estamos experimentando resulten en bienestar social, prosperidad económica y sostenibilidad ambiental para todos.
La descarbonización de la economía global y la revolución digital son procesos que cambiarán el planeta.
El G20 es responsable de las tres cuartas partes de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Los miembros del grupo que poseen altos ingresos emiten anualmente doce toneladas de dióxido de carbono per cápita, mientras que los de ingresos medios emiten la mitad de ese volumen.
El planeta no soportará un aumento de la temperatura global de más de un grado y medio.
El G20 será esencial para que, en la COP30 de Belém, adoptemos contribuciones nacionalmente determinadas más ambiciosas, acompañadas de los medios de implementación adecuados.
Por eso hemos creado una Fuerza de Tarea para la Movilización contra el Cambio Climático.
Su objetivo será promover planes nacionales de transformación ecológica, que tengan en cuenta el impacto del calentamiento global en los más vulnerables.
La bioeconomía es una vía prometedora para muchos países en desarrollo.
Es necesario definir principios básicos sobre el uso sostenible de los recursos naturales para la generación de bienes y servicios de alto valor agregado.
El acceso a las tecnologías es fundamental no solo para una transición energética justa, sino también en el campo digital.
Queremos ampliar las capacidades en áreas como la Inteligencia Artificial, incluso en términos de infraestructura informática.
Se requerirán directrices claras y acordadas colectivamente para el uso de esta herramienta.
El mundo no puede repetir, en el tratamiento de la Inteligencia Artificial, la división entre países responsables e irresponsables que una vez marcó las discusiones sobre desarme y no proliferación.
En el tercer eje, queremos abordar con seriedad el debate sobre el anacronismo de las instituciones de gobernanza global, que ya no tienen representatividad.
Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU constituían en 1945 el 10% de los miembros de la organización. Hoy son tan solo el 2,5%.
En su fundación, las juntas del FMI y del Banco Mundial disponían de 12 escaños para un total de 44 países. Hoy, las juntas tienen cada una 25 escaños que representan a 190 países.
Si se mantiene la proporción original, estos órganos deberían contar, hoy, con 52 asientos, el doble de su tamaño actual.
Unos setenta países, muchos de ellos en África, son insolventes o están cerca de la insolvencia.
Casi la mitad de la población mundial - 3 mil 300 millones de personas – vive en países que destinan más recursos al pago del servicio de la deuda que a la educación o la salud.
Esto constituye una fuente permanente de inestabilidad política.
Soluciones efectivas presuponen que los deudores, sean ellos de renta baja o media, puedan sentarse a la mesa para resguardar sus prioridades nacionales.
Queremos alentar a las instituciones financieras internacionales a reducir los recargos, aumentar el volumen de recursos concesionales y crear fórmulas para reducir los riesgos.
Necesitamos un régimen más equitativo para asignar los derechos especiales de giro. Hoy, los que más necesitan son los que menos reciben, lo que agrava las desigualdades entre los países.
Es necesario mejorar los mecanismos de financiamiento climático. Los cuatro mayores fondos ambientales tienen un saldo de más de diez mil millones de dólares, pero los países en desarrollo no pueden acceder a ellos por obstáculos simplemente burocráticos.
Los bancos multilaterales de desarrollo deben ser más grandes, mejores y más eficaces, destinando más recursos, y de forma más ágil, para iniciativas que realmente hagan la diferencia.
Los impuestos también son esenciales para corregir las disparidades socioeconómicas entre países y dentro de ellos.
Los sistemas tributarios justos se basan en la progresividad y la transparencia.
Inciden no solo sobre los ingresos, sino también sobre la riqueza, y evitan la evasión fiscal de los súper ricos.
Podemos explorar juntos mecanismos de tributación internacional que ayuden a financiar el desarrollo sostenible.
Señoras y señores:
Han sido muchas las declaraciones, notas e informes adoptados en los últimos años. Pero no siempre las decisiones salen del papel.
La articulación entre los canales de política y financiero que componen el G20 será esencial para el funcionamiento exitoso del grupo.
También será necesario escuchar y acoger la visión de la sociedad civil: jóvenes, trabajadores, empresarios, pueblos indígenas, parlamentarios, científicos, académicos y representantes de otros grupos vulnerables.
Queremos escuchar en especial a las mujeres, y dar continuidad a la reflexión sobre su empoderamiento económico, en el marco del recién creado grupo de trabajo dedicado al tema.
Que el camino hacia la Cumbre de Río de Janeiro sea de compromiso y solidaridad, hacia "un Mundo Justo y un Planeta Sostenible".
Estoy seguro de que Brasil hará una Cumbre Extraordinaria.
Muchas gracias.