Discurso del presidente de la República, Luiz Inácio Lula da Silva, en Sesión Solemne de la Asamblea Nacional de Angola
Amigas y amigos, señoras y señores
Cada vez que entro a un parlamento, pienso que aquel parlamento es el resultado del grado de consciencia política del pueblo en el día de la elección. Puede gustarnos o no gustarnos el resultado, pero pueden estar seguros que el día de la elección el pueblo pensaba exactamente en aquellos que están representados aquí.
No sirve de nada quejarse de que un partido hizo más que el otro. No sirve de nada quejarse de que un partido no recibió votos. En realidad, solo recogemos lo que plantamos. Y yo fui diputado, soy presidente de la República de Brasil y tengo un parlamento de 513 diputados, y mi partido tiene solo 70 diputados. Soy presidente de un país que tiene un Senado con 81 senadores y mi partido solo tiene nueve senadores.
Se podría pensar que era algo muy negativo, tenemos pocos diputados para 513 diputados, y pocos senadores para 81 senadores, pero fue exactamente aquello lo que logramos plantar y recoger en el día de las elecciones. El hecho de tener una diversidad política muy grande en Brasil, y haber disputado las elecciones aproximadamente treinta y pocos partidos, y 17 partidos haber electo personas, exige que el Poder Ejecutivo tenga una capacidad muy grande de hacer y tejer alianzas políticas.
Y es importante que quien esté en el Poder Ejecutivo comprenda que ningún diputado está obligado a votar en algo que el gobierno hizo porque fue el gobierno quien lo hizo. Es importante que tengamos humildad de comprender que nadie está obligado a concordar con nosotros si no tenemos capacidad de convencer a las personas de que aquello es importante para el pueblo del país.
Es el ejercicio de la democracia durante 24 horas por día, no hay tiempo de respirar, y no hay tiempo de descansar. Cada hora, en todo momento, de domingo a domingo, hay que conversar con personas que no te gustan, con personas que no les gustas a ti, pero que aprendemos a dialogar, porque esa superación de la relación entre seres humanos es lo que permite que la democracia sea una cosa tan extraordinaria, que permitió que en mi país un tornero mecánico llegara a la presidencia de la República.
Es una honra hablar a la Asamblea Nacional de Angola, tengo enorme satisfacción al ver a una mujer al frente de esta casa, la diputada Carolina Cerqueira. Todos nosotros, representantes electos por el pueblo, devotamos al parlamento un respeto profundo. Eso refleja nuestra más sincera creencia en las virtudes de la democracia.
Aquí resuenan las aspiraciones nacionales. Aquí se tratan los grandes debates sobre el país, aquí son enviadas las soluciones para los problemas que la sociedad debe enfrentar. Es, por tanto, motivo de gran alegría saludarles, en mi nombre y en nombre de todo el pueblo brasileño.
Sé que este también es el espíritu que anima a los políticos brasileños que me acompañan en esta sesión solemne. Quería hacer un paréntesis para decirles que, posiblemente, cada diputado que está conmigo aquí tiene en esta visita de Angola la visita más importante que ellos ya hicieron a un país.
La cooperación entre nuestros Parlamentos ayudará a estrechar aún más las relaciones bilaterales.
Tal como le expresé hace poco al presidente João Lourenço, un brasileño no tiene como no sentirse en casa en esta tierra.
Brasil ve el continente africano como un todo, y en Angola en particular, como a un vecino cercano. Tenemos semejanzas y afinidades profundas y estamos unidos por un río llamado Atlántico.
Más de la mitad de los 203 millones de brasileños se reconoce como afrodescendiente.
Las matrices africanas son constitutivas de nuestra identidad nacional y de nuestro modo de ser.
Viendo el modo de ser caluroso de las personas aquí, entendemos mejor por qué en Brasil llegamos a ser lo que somos.
Mucho ya fue dicho sobre lo que nos une en la música, en la danza, en la capoeira, en la gastronomía y en el fútbol.
Necesitamos y podemos ir más allá de ese extraordinario vínculo cultural.
Nuestros intereses comunes son mucho más amplios.
Buscamos el verdadero desarrollo, que exige combate a la pobreza y la promoción de la inclusión social, educación de calidad y atención a la salud de nuestras poblaciones.
Nos interesa, también, el permanente fortalecimiento de la democracia y de los derechos humanos, dentro de nuestros países y en gobernanza global.
Registro aquí nuestra gratitud a nuestros amigos angolanos por el apoyo extendido a Brasil por el Presidente João Lourenço y su gobierno, cuando vivimos, el 8 de enero de este año, el intento de un golpe a la sede de los Tres Poderes, llevado a cabo por el ex-presidente de la República.
Recuerdo, igualmente, que la lucha por la libertad y por los derechos humanos en Brasil tiene como uno de sus marcos más importantes la lucha contra la esclavitud.
Esa llaga, en nuestra historia, victimó a millones de africanos y dejó al País un nefasto legado de desigualdad social y de prejuicio.
Combatir ese legado es el objetivo primordial de mi Gobierno.
Por eso, aprovecho esta sesión solemne para prestar mi homenaje a la gran Bernardette Pacífico, líder cimarrona que actuó valientemente por la defensa de su comunidad en Bahía. Bernardette fue víctima de la intolerancia de aquellos que quieren callar a los más vulnerables.
Hago este registro como reconocimiento a todas las heroínas que lucharon y luchan, muchas veces anónimas, por la igualdad y por la dignidad humana en nuestro país.
El ejemplo de estas mujeres inspiró las actuales políticas de promoción de la igualdad racial y de género, que son centrales en mi gobierno.
Queridas diputadas y queridos diputados,
Queremos inaugurar una nueva agenda de cooperación con Angola, que también sirva de modelo para otros países.
Tenemos orgullo de haber contribuido, en el pasado, con el financiamiento de proyectos de autopistas, saneamiento, abastecimiento de agua y generación y distribución de energía eléctrica.
Brasil tiene condiciones de volver a ser un gran asociado de Angola en su desarrollo. Un desarrollo fundado en el fortalecimiento de la agricultura y de la industria, en el progreso científico y tecnológico, en la transición energética y en la protección del medio ambiente y de la biodiversidad.
El programa de regiones irrigadas y políticas de apoyo a la agricultura familiar en el Valle del Río Cunene será un marco de esta nueva fase de cooperación bilateral. Formulada con base en demandas angolanas, la iniciativa fortalecerá el planeamiento de recursos hídricos y la organización de las cadenas productivas en aquella provincia.
Ella permitirá transformar las tierras irrigadas en fuente de recursos para la seguridad alimentaria y el desarrollo social. Sabemos que Cunene es la provincia con más riesgo de desertificación. Saludo al gobierno angolano por el éxito de las obras de transposición de las aguas del río Cunene, que le trae esperanza a la población de esta región.
Otro desafío que debemos enfrentar juntos es encontrar nuevas fuentes de energía, que puedan frenar los efectos devastadores del cambio del clima.
Brasil está trabajando en soluciones hace más de cuatro décadas. Con los biocombustibles, llegamos a una opción viable, limpia, relativamente barata y accesible a buena parte de los países del Sur.
La consolidación de los mercados de bioenergía permitirá que África en breve disponga de una nueva fuente de recursos para financiar sus necesidades de desarrollo.
Como poseedora de bosques tropicales, Angola es una aliada natural de los países amazónicos en la búsqueda de una remuneración justa por los servicios que esos biomas y su biodiversidad le prestan al mundo.
Angola y Brasil pueden mejorar la calidad de la atención a la salud de sus poblaciones, actuando en favor de la mejoría del acceso a medicamentos, en la formación de recursos humanos y en la reducción de la mortalidad materna e infantil.
El bienestar también depende de la prosperidad.
Me siento feliz por ser testigo del resurgimiento de nuestro intercambio económico y comercial. Los empresarios que acompañan mi visita demuestran gran interés en las oportunidades de negocios que la economía angolana ofrece. El flujo comercial entre nuestros países volvió a crecer después de siete años de estagnación. En el primer semestre del 2023, fue casi 65% mayor en relación al mismo período del 2022.
Debemos diversificar nuestro comercio, aún muy concentrado en petróleo y bienes primarios. La Cámara de Comercio Brasil-Angola, creada en junio, contribuirá mucho para que esto suceda. El sector de turismo sostenible también tiene enorme potencial de crecimiento.
Resalto, finalmente, nuestra cooperación en las cuestiones de Defensa, que involucra desde iniciativas comunes en las áreas tecnológica e industrial hasta la formación de cuadros militares y el intercambio de informaciones sobre cuestiones relevantes de nuestras doctrinas de seguridad.
Señoras y señores, diputados y diputadas,
Brasil y Angola comparten valores esenciales, como la paz, el derecho al desarrollo y la democratización de las instancias decisorias internacionales.
Con los países africanos de lengua portuguesa construimos relaciones especiales antiguas en el ámbito de la CPLP.
Veo con satisfacción la reanudación de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (ZOPACAS), con la reciente reunión en Cabo Verde, y que contó con una activa participación angolana.
Además de sus objetivos originales, dirigidos a la preservación de la paz y de la seguridad en la región, queremos actualizar la iniciativa con nuevos temas como la protección del medio ambiente marino y la cooperación científica y tecnológica.
En un mundo marcado por los conflictos y por la parálisis de los foros de seguridad globales, es muy significativo que la Unión Africana le haya concedido al presidente João Lourenço el título de “líder para la paz y la reconciliación”.
Este es un justo reconocimiento por su papel como mediador de la crisis entre Kinshasa y Kigali.
Por esas tantas credenciales, extendí hoy al presidente João Lourenço la invitación para que Angola participe de la próxima Cumbre del G20 que realizaremos en Río de Janeiro en noviembre del 2024.
Será una ocasión muy importante para discutir juntos cuestiones como la coordinación económica y la reforma de la gobernanza global.
Queridos compañeros y compañeras,
Angola tiene en Brasil a un asociado y a un amigo.
Tenemos orgullo de ser el primer país del mundo a reconocer la Angola independiente.
Tenemos orgullo de formar parte de la moderna historia de este país. Una historia rica y victoriosa, que explica bien la capacidad de las naciones africanas de asumir su propio destino. Tendremos muchas otras ocasiones para celebrar las conquistas que señalizan estos nuevos tiempos.
Esta visita a Angola marca el reencuentro de Brasil con África, relanza la cooperación bilateral y prepara una agenda robusta para conmemorar, en el 2025, nuestros 50 años de relaciones diplomáticas.
Compañeros y compañeras, diputados y compañera presidenta de la Asamblea Nacional,
Yo, cuando comencé a hablar, estaba pensando que no leería un documento. Intentaría hablar con mi corazón para decir aquello que realmente siento de estar aquí ahora.
En mis dos primeros mandatos, hice del continente africano el continente de mi preocupación. Llegué a visitar 34 países. Llegamos a hacer que países tuviesen universidades con ayuda de Brasil, fábrica de medicamentos retrovirales, traer la industria de tecnología agrícola para acá. En los últimos siete años, el Brasil caminó para atrás. Durante siete años, los presidentes no tuvieron ni coraje de venir al continente africano.
Y decidí, en esta visita a Angola, decirle al continente africano que el Brasil está de regreso a África. Quería terminar diciéndoles que oyendo a ese conjunto cantar – y la presidenta me explicó el origen de la canción –, decirles algo: el hombre y una mujer, él puede volar en las alturas que él quiera, él no necesita de avión, él no necesita de cohete, él solo necesita construir una causa, y esa causa ser la razón de su existencia.
Y creo que tanto ustedes como nosotros, los brasileños, tenemos una causa que no puede permitir que fracasemos. Esa causa es la construcción de la libertad, que saben cuánto fue difícil de lograr. Esa causa es la democracia. Y saben y lo aprendemos todo santo día como es bueno tener inteligencia, como es bueno no tener gente solo diciéndonos amén, como es bueno, de vez en cuando, tener gente que no está de acuerdo con nosotros, que tiene otra religión, que tiene otro equipo de fútbol, que le gusta otro tipo de música. Qué bueno que el mundo no es igual y nos enseña a vivir con nuestras diferencias. Eso es democracia.
Y sabemos que hay una causa mayor: la lucha contra la desigualdad. No es posible que 1% de la humanidad tenga más riqueza que los 50% más pobres. No es posible que el mundo que produce alimento suficiente para sostener a todos los seres vivos del planeta tenga a 735 mil personas que se van a dormir todas las noches sin tener qué comer. No es posible la desigualdad de género, no es posible la desigualdad de raza, no es posible la desigualdad en la educación, no es posible la desigualdad de que uno puede comer todo lo que quiera y el otro pasa días sin tener qué comer. No es posible la desigualdad de la oportunidad.
Y solo hay algo que nos hará vencer la desigualdad, es poder indignar a aquel que puede ayudar a aquel que no puede. Es extenderle la mano a aquel que no puede, para poder construir el mundo que todos soñamos. Y si establecemos esta causa, establecemos la motivación, y ahí el cielo es el límite. Vamos a volar adonde queramos ir.
Felicidades al parlamento angolano, felicidades presidenta y muchas gracias por el cariño de la recepción que le dieron a mi delegación.