Discurso del Presidente de la República, Luiz Inácio Lula da Silva, en la sesión plenaria abierta de la XV Cumbre del BRICS
Es una alegría regresar a Johannesburgo, ciudad que fue un escenario importante de las luchas contra el Apartheid y que sigue como inspiración para el combate a todas las formas de discriminación y desigualdad.
La última vez que participé de esta Cumbre, en el 2010, tuve la honra de recepcionar, en Brasilia, a los jefes de Estado y de Gobierno de Rusia, India y China, además de Sudáfrica como invitada.
Solo un año después, confirmamos el ingreso de Sudáfrica en la primera expansión de nuestro agrupamiento.
Su inclusión hizo que pasásemos a reflejar mejor la nueva configuración de poder mundial. Salimos fortalecidos.
Hoy, representamos el 41% de la población y somos responsables del 31% del PIB global en paridad del poder de compra.
Pero enfrentamos un escenario más complejo que cuando nos reunimos por primera vez.
En pocos años, retrocedimos de una coyuntura de multipolaridad benigna para una que retoma la mentalidad obsoleta de la Guerra Fría y de la competencia geopolítica.
Esta es una insensatez que genera grandes incertidumbres y corroe el multilateralismo.
Sabemos bien dónde este camino puede llevarnos.
El mundo necesita comprender que los riesgos involucrados son inaceptables para la humanidad.
No podemos dejar de tratar el principal conflicto de la actualidad, que ocurre en Ucrania y tiene efectos globales.
Brasil tiene una posición histórica de defensa de la soberanía, de la integridad territorial y de todos los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
Nos parece positivo que un número creciente de países, entre ellos los países de BRICS, también esté comprometido en contactos directos con Moscú y Kiev.
No subestimamos las dificultades para alcanzar la paz.
Tampoco podemos ser indiferentes a las muertes y a la destrucción que aumentan cada día.
Estamos listos para juntarnos a un esfuerzo que pueda efectivamente contribuir para un rápido cese al fuego y una paz justa y duradera.
Todos sufren las consecuencias de la guerra. Las poblaciones más vulnerables en los países en desarrollo son afectadas desproporcionalmente.
La guerra en Ucrania evidencia las limitaciones del Consejo de Seguridad.
Los BRICS deben actuar como una fuerza por el entendimiento y por la cooperación. Nuestra disposición está expresada en las contribuciones de China, de Sudáfrica y de mi propio país para los esfuerzos de solución del conflicto en Ucrania.
Muchos otros conflictos y crisis no reciben la atención debida incluso causando un vasto sufrimiento para sus poblaciones.
Haitianos, yemeníes, sirios, libios, sudaneses y palestinos todos merecen vivir en paz.
Es inaceptable que los gastos militares globales en un único año superen 2 billones de dólares, mientras la FAO nos dice que 735 millones de personas pasan hambre todos los días en el mundo.
La búsqueda por la paz es un deber colectivo y un imperativo para el desarrollo justo y sostenible.
En muchos lugares, mientras los hombres hacen la guerra, son las mujeres las que luchan por la conciliación. La valorización y el fortalecimiento del papel de las mujeres en la resolución de los conflictos será cada vez más central para un mundo de paz.
Más que eso, el empoderamiento de las mujeres es una pre-condición para el pleno desarrollo económico y social.
Parafraseando a Thomas Sankara, gran líder panafricano: no podemos desear una sociedad en que la mitad de la población es silenciada por el machismo y por la discriminación en la participación política y en el mundo del trabajo.
Estimados colegas,
La destrucción de la gobernanza global también está patente en las agendas del desarrollo, del financiamiento y del enfrentamiento al cambio del clima.
Al regresar a la presidencia de Brasil, me entristece constatar que la implementación de la Agenda 2030 está en riesgo en todo el mundo.
Un informe reciente de la ONU indica fuertes retrocesos.
Vemos el mayor aumento de la desigualdad entre los países en tres décadas. En el 30% de las metas nos estancamos o andamos para atrás.
Es muy difícil combatir el cambio del clima mientras tantos países en desarrollo aún tratan con el hambre, la pobreza y otras violencias.
El principio de las responsabilidades comunes, sin embargo diferenciadas, mantiene su actualidad.
Los grandes responsables de las emisiones de carbono que causaron la crisis climática fueron aquellos que hicieron la Revolución Industrial y alimentaron un extractivismo colonial predatorio.
Ellos tienen una deuda histórica con el planeta Tierra y con la humanidad.
Debemos valorizar el Acuerdo de París y la Convención del Clima, en vez de tercerizar las responsabilidades climáticas para el Sur Global.
Brasil está recuperando su protagonismo en la agenda ambiental.
La coordinación con los demás países en desarrollo con bosques tropicales para la actuación en las COPs del Clima y de la Biodiversidad será vital para darle peso a nuestros intereses.
La Cumbre de la Amazonia, realizada los días 8 y 9 de agosto, es un marco para la necesaria construcción de un modelo de desarrollo sostenible más justo.
Nuestros recursos no deben ser explotados en beneficio de pocos, sino valorizados y puestos al servicio de todos, sobre todo del bienestar de las poblaciones locales.
Pero para que las promesas ya hechas por los países ricos sean cumplidas, el financiamiento climático y de biodiversidad debe ser verdaderamente nuevo y adicional en relación al financiamiento al desarrollo.
Necesitamos de un sistema financiero internacional que, en lugar de alimentar las desigualdades, ayude a los países de baja y mediana renta a implementar cambios estructurales.
Esto solo ocurrirá con una representatividad adecuada en las instituciones de Bretton Woods y sus fondos climáticos.
El endeudamiento externo restringe el desarrollo sostenible. Es inadmisible que los países en desarrollo sean penalizados con intereses hasta ocho veces más altos que los cobrados de los países ricos.
Es necesario aumentar la liquidez, ampliar el financiamiento concesional y ponerle fin a las condicionalidades.
El sistema multilateral de comercio debe ser reavivado para volver a actuar como herramienta para un comercio justo, previsible, equitativo y no discriminatorio.
Nadie más se acuerda de la Ronda del Desarrollo de la OMC.
La descarbonización de nuestras economías debe venir acompañada por la generación de empleos dignos, de industrialización e infraestructuras verdes, y servicios públicos para todos.
Por medio del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), podemos ofrecer alternativas propias de financiamiento, adecuadas a las necesidades del Sur Global.
Estoy seguro de que, bajo el liderazgo de mi compañera Dilma Rousseff, el Banco estará a la altura de estos desafíos.
La creación de una moneda para las transacciones comerciales y de inversión entre los miembros de BRICS aumenta nuestras opciones de pago y reduce nuestras vulnerabilidades.
Señores presidentes,
Hoy BRICS está plenamente consolidado como marca y activo político de valor estratégico.
La participación de decenas de jefes de Estado y de Gobierno en la sesión ampliada de mañana representará un hecho histórico.
El interés de varios países de entrar al agrupamiento es un reconocimiento de su relevancia creciente.
También tendremos en el G20 una troika solo con miembros de BRICS, en el período 2023 al 2025.
Se trata de otra oportunidad para avanzar las preocupaciones del Sur Global con las desigualdades y con el desarrollo sostenible.
Que el ímpetu que motivó la creación de BRICS, hace 15 años, continúe inspirándonos en la construcción de un orden multipolar, justo e inclusivo.
Muchas gracias.