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Discurso del presidente Lula en la apertura de la Cumbre del Futuro en Nueva York
Agradezco al secretario general António Guterres su iniciativa de promover esta Cumbre del Futuro.
Quisiera felicitar a Alemania y a Namibia, a través del canciller Olaf Scholz y del presidente Nangolo Mbumba, por liderar el proceso que nos ha traído hasta aquí.
Hace casi veinte años, el entonces secretario general Kofi Annan nos invitó a reflexionar sobre cómo revitalizar el multilateralismo para hacer frente a los desafíos del nuevo milenio.
En aquella ocasión, subrayé en esta tribuna la necesidad de introducir reformas para que la ONU pudiera cumplir su papel histórico.
Esa reflexión conjunta dio sus frutos, como la Comisión de Consolidación de la Paz y el Consejo de Derechos Humanos.
Otras ideas se quedaron en el papel.
Tenemos dos grandes responsabilidades ante quienes nos sucederán.
La primera es no retroceder nunca.
No podemos dar marcha atrás en la promoción de la igualdad de género, ni en la lucha contra el racismo y todas las formas de discriminación.
Tampoco podemos volver a convivir con amenazas nucleares.
Es inaceptable una regresión a un mundo dividido en fronteras ideológicas o zonas de influencia.
Naturalizar el hambre de 733 millones de personas sería vergonzoso.
Volver atrás en nuestros compromisos es poner en peligro todo lo que hemos construido con tanto esfuerzo.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible fueron el mayor proyecto diplomático de los últimos años y van camino de convertirse en nuestro mayor fracaso colectivo.
Al ritmo actual de implementación, sólo se alcanzará a tiempo el 17% de las metas de la Agenda 2030.
En su calidad de presidente del G20, Brasil lanzará una Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza para acelerar la superación de estos flagelos.
En la COP28, el mundo hizo balance general de la implementación de las metas del Acuerdo de París.
Los niveles actuales de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y de financiamiento climático son insuficientes para mantener el planeta a salvo.
En colaboración con el secretario general, y como parte de los preparativos de la COP30, trabajaremos para realizar un balance ético global que reúna a diferentes sectores de la sociedad civil para reflexionar sobre la acción por el clima desde la perspectiva de la justicia, la equidad y la solidaridad.
Nuestra segunda responsabilidad común es allanar el camino ante nuevos riesgos y oportunidades.
El Pacto para el Futuro nos indica la dirección que debemos seguir.
El documento aborda de forma inédita temas tan importantes como la deuda de los países en desarrollo y la tributación internacional.
La creación de una instancia de diálogo entre los jefes de Estado y de Gobierno y los líderes de las instituciones financieras internacionales promete volver a situar a la ONU en el centro del debate económico mundial.
El Pacto Global Digital es un punto de partida para una gobernanza digital inclusiva que reduzca las asimetrías de una economía basada en los datos y mitigue el impacto de las nuevas tecnologías, como la Inteligencia Artificial.
Todos estos avances serán encomiables y significativos.
Pero aún nos falta ambición y audacia.
La crisis de la gobernanza global exige transformaciones estructurales.
La pandemia, los conflictos en Europa y en Oriente Medio, la carrera armamentista y el cambio climático han puesto de manifiesto las limitaciones de las instancias multilaterales.
La mayoría de los órganos carece de autoridad y medios de implementación para hacer cumplir sus decisiones.
La Asamblea General perdió su vitalidad y el Consejo Económico y Social se vació.
La legitimidad del Consejo de Seguridad se reduce cada vez que aplica un doble rasero o se abstiene de actuar ante atrocidades.
Las instituciones de Bretton Woods ignoran las prioridades y necesidades del mundo en desarrollo.
El Sur Global no está representado de manera acorde con su actual peso político, económico y demográfico.
La Carta de la ONU no hace referencia al fomento del desarrollo sostenible.
Necesitamos el coraje y la determinación política para cambiar, creando hoy el mañana que queremos.
El mejor legado que podemos dejar a las generaciones futuras es una gobernanza capaz de responder eficazmente a los desafíos que persisten y a los que surgirán.
Muchas gracias.