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Discurso del presidente Lula en la 2.ª Sesión de la Reunión de Líderes del G20: Reforma de las Instituciones de Gobernanza Global
La historia del G20 está entrelazada con las conmociones sufridas por la economía global en las últimas décadas.
Unas acciones oportunas evitaron que la crisis de 2008 desembocara en un colapso de proporciones catastróficas.
El ímpetu reformista fue insuficiente para corregir los excesos de la desregulación de los mercados y la apología del Estado mínimo.
En aquel momento, se eligió salvar a los bancos en lugar de ayudar a la gente.
Se optó por rescatar al sector privado en lugar de fortalecer el Estado.
Se decidió dar prioridad a las economías centrales en lugar de apoyar a los países en desarrollo.
El mundo volvió a crecer, pero la riqueza generada no llegó a los más necesitados.
No es de extrañar que la desigualdad fomente el odio, el extremismo y la violencia. Tampoco que la democracia esté amenazada.
La globalización neoliberal fracasó.
En medio de crecientes turbulencias, la comunidad internacional parece resignada a navegar sin rumbo entre disputas hegemónicas.
Seguimos a la deriva, como arrastrados por un torrente que nos empuja hacia una tragedia.
Pero la confrontación no es una fatalidad.
Negarlo es abdicar de nuestra responsabilidad.
Alrededor de esta mesa están los líderes de las mayores economías y bloques regionales del planeta.
No hay nadie mejor situado que nosotros para cambiar el curso de la humanidad.
Este año, la reforma de la gobernanza mundial entró definitivamente en la agenda del G20.
Por primera vez, el grupo acudió a la ONU y aprobó, con la ratificación de otros cuarenta países, un Llamamiento a la Acción.
Pero este llamamiento es tan solo una llamada de atención.
La omisión del Consejo de Seguridad ha sido en sí misma una amenaza para la paz y la seguridad internacional.
El uso indiscriminado del veto convierte al órgano en rehén de los cinco miembros permanentes.
De Irak a Ucrania, de Bosnia a Gaza, se toma cada vez más conciencia de que no todos los territorios merecen que se respete su integridad ni todas las vidas tienen el mismo valor.
Desastrosas intervenciones han subvertido el orden en Afganistán y en Libia.
La indiferencia ha relegado a Sudán y Haití al olvido.
Las sanciones unilaterales causan sufrimiento y afectan a los más vulnerables.
Las instituciones de Bretton Woods impusieron obstáculos a los propios objetivos de desarrollo sostenible que deberían promover.
Los recientes estancamientos respecto al Tratado sobre la Pandemia, del Pacto para el Futuro y de la COP sobre biodiversidad de Cali demuestran que la diplomacia está perdiendo terreno frente a la intransigencia.
No debe haber debates cerrados ni líneas rojas infranqueables.
Por ello, Brasil propuso en Nueva York que se convocara una conferencia para revisar la Carta de la ONU, en los términos del artículo 109.
Solamente 51 de los 193 miembros actuales de las Naciones Unidas participaron en su fundación.
También es urgente revisar las reglas y políticas financieras que afectan desproporcionadamente a los países en desarrollo.
El servicio de la deuda externa de los países africanos es superior a los recursos de que disponen para financiar su infraestructura, salud y educación.
La cooperación tributaria internacional es crucial para reducir las desigualdades.
Los estudios que encargó el Canal de Finanzas del G20 son reveladores.
La aplicación de un impuesto del 2 % sobre el patrimonio de los superricos podría generar recursos de alrededor de USD 250 mil millones al año que se invertirían en hacer frente a los desafíos sociales y medioambientales de nuestro tiempo.
La estabilidad mundial depende de instituciones más representativas. La pluralidad de voces actúa como vector de equilibrio.
El futuro será multipolar. Aceptar esta realidad allana el camino hacia la paz.
También es clave para construir una gobernanza que maximice las oportunidades y mitigue los riesgos de la Inteligencia Artificial.
La respuesta a la crisis del multilateralismo es más multilateralismo.
No es necesario esperar a una nueva guerra mundial o a un colapso económico para que se produzcan las transformaciones que necesita el orden internacional.
En 1940, el poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade escribió un poema titulado "Congresso Internacional do Medo" (Congreso Internacional del Miedo), que reflejaba el sentimiento que reinaba en plena Segunda Guerra Mundial.
Para evitar que el título de este poema vuelva a describir la gobernanza global, no podemos dejar que triunfe el miedo al diálogo.
Muchas gracias, compañeros.