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Discurso del presidente Lula durante el Foro Empresarial Brasil-Chile
Con estos lentes me parezco más al presidente Boric, y voy a tratar de tener una conversación muy franca con nuestros empresarios. En primer lugar, me gustaría decirles que, desde hace algún tiempo, cada vez que viajo por el mundo, me he propuesto llevar conmigo al mayor número posible de empresarios, porque, en realidad, lo que hacen los presidentes es abrir puertas, pero son los empresarios los que saben negociar y los que están dispuestos a hacer negocios.
Y esta ha sido una práctica tanto en mi Gobierno pasado como ahora, y ahora con más fuerza, porque si al principio de mi Gobierno creamos la APEX [Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones e Inversiones - APEX Brasil] como una esperanza, hoy la APEX es algo de mucho éxito en Brasil, y nos empeñamos en viajar siempre que es posible, llevar la APEX, llevar el SEBRAE [Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas], llevar la EMBRAPA [Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria], llevar la FIOCRUZ [Fundación Oswaldo Cruz], llevar el BUTANTAN [Instituto Butantan], llevar a los ministros de Salud y de Educación para que podamos consagrar definitivamente la integración de América del Sur.
He estado soñando con la integración de América del Sur desde el 1º de enero, cuando tomé posesión de la presidencia en 2003. Brasil no tenía la costumbre de hablar con América del Sur. A Brasil le gustaba hablar con los Estados Unidos, que nunca quería escucharle, y también soñaba con hablar mucho con la Unión Europea.
Cuando descubrimos que parte del éxito que queremos para nuestra economía, para nuestra cultura y para nuestra sociedad está cerca de nosotros, está en los países vecinos, y Chile, que no es un país fronterizo con Brasil, es posiblemente un país que tiene mucha más cercanía con Brasil debido a que las relaciones se remontan a 1836. No es poca cosa haber tenido relaciones durante tanto tiempo y todo el mundo sabe que aquí en Chile los brasileños le debemos mucho a la solidaridad.
Por lo tanto, señores empresarios, prepárense porque los vamos a invitar a Brasil y espero que podamos tener muchas reuniones de negocios, muchas colaboraciones, muchas fusiones, muchas “joint ventures”, es decir, que podamos tener la certeza de que si Brasil y Chile han alcanzado un flujo comercial de BRL 13,5 mil millones, esto es mucho más que con el Reino Unido, es mucho más que con Italia, es mucho más que con Francia, y esto demuestra que la solución a nuestro problema, presidente Boric, está más cerca de nosotros de lo que nos imaginamos.
A veces buscamos lejos y la solución está en nuestras raíces, en nuestro continente.
Ustedes, empresarios brasileños y chilenos, saben que la integración con sus vecinos ha vuelto a ser una prioridad para Brasil.
Esta certidumbre genera confianza para negociar e invertir.
Esta visita de Estado a Chile representa la renovación de una alianza fundamental para el futuro de América del Sur.
Tuve una intensa y muy productiva agenda de reuniones oficiales.
Traje conmigo una comitiva de 14 ministros y otros tantos altos funcionarios de las agencias gubernamentales.
Firmamos 19 acuerdos, muchos de ellos con un impacto directo en nuestras relaciones económicas y comerciales.
Cuando existe un buen diálogo político entre países, el comercio y la inversión prosperan, generando ingresos, empleo e innovación.
La significativa participación de empresarios y empresarias en este evento refleja la fuerza del emprendimiento latinoamericano y de la potencia económica y comercial de nuestros países.
El año pasado, Brasil fue el tercer socio comercial de Chile en el mundo. Y Chile fue el sexto destino de las exportaciones brasileñas.
El intercambio bilateral se acerca a los USD 13 mil millones, casi cinco veces más que el de hace 20 años (USD 2,7 mil millones).
Esta cifra es superior al comercio de Brasil con Francia o con Italia y duplica el flujo con el Reino Unido.
Brasil es el mayor destino de las inversiones chilenas en el mundo y el mayor inversionista latinoamericano en Chile.
Contamos con empresas chilenas que tienen una presencia significativa en la minería, la generación de electricidad y los servicios aéreos.
Pero todavía no es suficiente.
Estamos hablando de dos economías vecinas, modernas, robustas y estables.
Con responsabilidad fiscal y el compromiso de reducir las desigualdades, Brasil está en vías de convertirse en la octava economía del mundo en 2024.
Chile fue el país invitado a participar en el mayor número de grupos de trabajo en el marco de la presidencia brasileña del G20.
No es una coincidencia.
Chile es clave para debatir sobre agricultura, transición energética, turismo, finanzas sostenibles y trabajo.
Tenemos en vigor un Acuerdo de Facilitación del Comercio, que garantiza la seguridad jurídica y la simplificación de los procedimientos para fomentar los flujos de bienes, servicios e inversiones.
En 2023, avanzamos en el establecimiento de un sistema de autorización previa para las exportaciones agrícolas.
Este año hemos elaborado un manual conjunto de compras públicas, que ampliará de lado a lado la posibilidad de participar en las licitaciones.
Hoy, hemos firmado otro instrumento para eliminar las barreras técnicas: el protocolo para el reconocimiento mutuo de los productos orgánicos.
Brasil trabajará para que haya convergencia reglamentaria en materia de cosméticos y se amplíe el reconocimiento mutuo de las indicaciones geográficas.
Las commodities minerales y agrícolas han desempeñado históricamente un papel importante en nuestras economías.
Sin embargo, sin añadir tecnología y valor a la producción y sin diversificar la agenda comercial, no nos desarrollaremos plenamente.
Chile es el principal mercado de los autobuses producidos en Brasil.
Espero ver, dentro de poco, autobuses eléctricos brasileños circulando por Santiago y aeronaves de la EMBRAER (Empresa Brasileña de Aeronáutica S.A.) cruzando la Cordillera de los Andes para acercar a nuestras sociedades.
Brasil y Chile están bien preparados para convertir la transición energética en una gran oportunidad de industrialización.
Somos los dos países más innovadores de América Latina, según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.
Vincular la riqueza mineral a inversiones sólidas en ciencia, tecnología e innovación será fundamental para una transición justa.
Brasil ya tiene la matriz energética más limpia entre los principales países del mundo y ha invertido en alternativas para sectores difíciles de descarbonizar, como la aviación y el transporte marítimo.
Tan solo Chile concentra alrededor del 40% de las reservas mundiales de litio, mientras que Brasil tiene tierras raras, niobio, cobalto y otros minerales estratégicos.
Nuestros países albergan dos biomas clave para la humanidad en el contexto de la crisis climática: la Amazonia y la Antártica.
Unidos, tenemos todo para hacer de América del Sur el centro de la sostenibilidad global.
En Belém, en la COP30, vamos a mostrar al mundo todo el potencial de nuestra región, combinando la gestión responsable de los recursos naturales con metas ambiciosas para la transición hacia economías bajas en carbono.
Los empresarios chilenos tendrán excelentes oportunidades en el Programa de Aceleración del Crecimiento y el Programa Nueva Industria Brasil para participar en grandes proyectos de infraestructura y sostenibilidad.
La nueva política industrial brasileña aumentará la complementariedad con los vecinos sudamericanos y hará que las cadenas de producción regionales sean más densas y resilientes.
La cooperación en materia de defensa también debe ser un vector de nuestro desarrollo común, mucho más allá del aspecto comercial.
Queremos crear alianzas industriales en los ámbitos aeroespacial y naval.
Los submarinos de la clase "Riachuelo", construidos en el Complejo Naval de Itaguaí, podrían contribuir a la defensa de las extensas fronteras marítimas de Chile.
Y los productos de defensa fabricados por la Empresa Nacional de Aeronáutica de Chile son sin duda del interés de Brasil.
Señoras y señores,
El desarrollo de infraestructuras comunes es la base de un continente más próspero, unido e interconectado.
El nuevo PAC (Programa de Aceleración del Crecimiento) incluye dos rutas de integración con Chile.
La ruta de Capricornio conectará el estado de Mato Grosso do Sul con Paraguay, Argentina y Chile, dando acceso a los puertos de Iquique y Antofagasta y a la vía fluvial del río de la Plata.
Se espera que entre en funcionamiento en el primer semestre del año que viene.
El corredor Porto Alegre-Coquimbo conectará el estado de Rio Grande do Sul con Uruguay, Argentina y Chile.
Chile puede ser la puerta de salida de los productos brasileños hacia el Pacífico. Y Brasil puede desempeñar el mismo papel facilitando el acceso de las exportaciones chilenas al continente africano.
La finalización de estos corredores ahorrará al menos mil dólares por cada contenedor exportado a Asia-Pacífico, además de reducir el tiempo de transporte de mercancías en, al menos, quince días.
La integración física se complementa con una creciente conectividad aérea.
Es extraordinario que en la actualidad tengamos vuelos más frecuentes a Chile que a cualquier capital europea.
Esto se refleja en más turismo, más inversión, más ingresos y empleo.
El año pasado, el flujo total entre ambos países alcanzó casi el millón de viajeros.
Chile fue el 3º mayor emisor de turistas a Brasil y nosotros somos el 2º mayor emisor de visitantes a Chile.
Junto con otros países del Mercosur, en enero, lanzamos la iniciativa "Visite América del Sur" para atraer turistas de otras partes del mundo interesados en conocer nuestra región.
El sector privado es y será uno de los protagonistas de las relaciones Brasil-Chile.
Nuestra alianza es más que una elección. Es una política de Estado que prevalece sobre los factores coyunturales y los cambios circunstanciales.
El éxito de esta reunión confirma el consenso en torno a un proyecto de integración que garantizará un futuro próspero, más justo y más sostenible para todos.
Muchas gracias.