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Acuerdo MERCOSUR-Unión Europea para principiantes (“Gazeta do Povo”, 26/03/2021)
Ante las informaciones divergentes que circulan con relación al Acuerdo de Asociación entre el MERCOSUR y la Unión Europea, vale aclarar algunas cuestiones y buscar informar mejor el debate. La primera aclaración es que las negociaciones sustantivas se concluyeron en junio de 2019, después de un impulso fundamental por parte de Brasil. Desde entonces, falta únicamente concluir trabajos técnicos de revisión legal.
No se pretende renegociar o reabrir el acuerdo. Y la razón es sencilla: cualquier movimiento en ese sentido desarticularía el equilibrado paquete acordado, no solo entre los bloques, sino entre los países que conforman cada bloque. Por lo que aquí corresponde una explicación adicional para los desprevenidos: la Comisión Europea negociaba y hablaba en nombre del bloque, pero todos los países miembros de la Unión Europea eran permanentemente consultados. Ninguno de ellos puede, en este momento, afirmar que desconocía los términos acordados.
En segundo lugar, al contrario de lo que se repite, frecuentemente, sin ningún fundamento, el Acuerdo no provocará un “apocalipsis ambiental”. Todo lo contrario. El MERCOSUR y la Unión Europea acordaron los compromisos más avanzados sobre desarrollo sostenible de cualquier acuerdo comercial ya negociado por el bloque europeo. Nada en los textos, ni en los compromisos de acceso a los mercados de bienes, servicios, inversiones y compras gubernamentales, creará ninguna amenaza para el medio ambiente.
Además de reafirmar todos sus compromisos internacionales sobre el tema, las partes crearon espacios de diálogo y cooperación. Y, de manera innovadora, el MERCOSUR aceptó el principio de precaución para temas ambientales y sociales en un acuerdo comercial. Es decir, si el acuerdo con el MERCOSUR es incompleto o malo desde el punto de vista ambiental, todos los demás acuerdos firmados por la Unión Europea tendrán que ser denunciados.
Evidentemente, como ya lo indicamos a nuestros socios europeos, estamos dispuestos a discutir una declaración adicional sobre los temas de desarrollo sostenible para reafirmar nuestros compromisos en la materia. Pero eso no significa que aceptamos la afirmación de que somos deudores o de que hay un desequilibrio fundamental en el acuerdo. Brasil es un país con ambiciosos compromisos internacionales en esas áreas y, en muchos casos, con un desempeño superior al de sus pares europeos en materia ambiental, energética y de la lucha contra el cambio climático.
Nuestra visión es que los desafíos ambientales son compartidos y tendrán que ser trabajados en conjunto. Esto incluye temas como la lucha contra la deforestación y el cambio climático. Brasil tendrá que hacer su parte, pero la Unión Europea y sus miembros también. Pero eso no siempre parece claro, ya que no se ve ningún análisis crítico respecto del acuerdo, en Europa o en Brasil, que recuerde la necesidad de reducir las emisiones derivadas de los combustibles fósiles, modificar la matriz energética y cambiar los estándares productivos intensivos y poco “limpios”, entre otros. Y esto es especialmente relevante para la protección de los bosques tropicales, ya que, por más que se preserven los árboles, si las demás emisiones siguen como están, el cambio climático podrá terminar, tarde o temprano, con nuestra propia Amazonia.
Una cuarta aclaración, relacionada con la anterior, es que tampoco existe ningún elemento en el texto o en los compromisos que resulte en la violación de los derechos sociales y laborales, o que genere riesgos sanitarios y fitosanitarios. El Acuerdo incorpora todos los acuerdos y estándares internacionales más rigurosos seguidos por las partes. En el caso del comercio, esos estándares ya rigen los intercambios entre ambos bloques de manera muy eficaz. Las afirmaciones de deficiencias, por lo tanto, son infundadas y reflejan únicamente las visiones de sectores proteccionistas o contrarios, por principio, a los acuerdos de libre comercio.
La quinta aclaración, y sin lugar a duda la más relevante para mí, se refiere a la importancia de lo que se negoció. En medio del actual ruido ensordecedor generado por los opositores al acuerdo, se perdió de vista la magnitud de aquello que se negoció. Estamos hablando de un instrumento legal que integrará economías que representan el 25% del PIB global, superior por lo tanto al CPTPP (“Comprehensive and Progressive Agreement for TransPacific Partnership”), con su 13,4% del PBI mundial. El Acuerdo puede tener un impacto extraordinariamente positivo para ambos bloques, para sus sectores productivos y poblaciones, generando nuevas oportunidades y empleos y, en el caso específico del MERCOSUR, con potencial para reducir la pobreza y la desigualdad. El acuerdo también reúne pilares políticos y de cooperación que consolidarán nuestra asociación estratégica y pueden crear nuevos vínculos, incluso en términos de desempeño e inserción internacional.
Espero, por lo tanto, que algunas voces se aparten del coro actual y ayuden a defender el enorme valor de lo que fue acordado. La sexta y última aclaración, que puede parecer innecesaria, pero que quizás sea útil para posibles lectores europeos de este artículo, es que los países del MERCOSUR también tienen gobiernos, parlamentos, grupos de interés, opinión pública, sectores productivos, entre otros. Es decir, no basta con saber lo que el lado europeo acepta u opina, ni será solamente el lado europeo el que defina el futuro del acuerdo. Las dos partes decidirán, de forma soberana y en igualdad de condiciones, si el acuerdo entrará, algún día, en vigor o no.
Hechas estas aclaraciones que habían sido dejadas de lado en la actual campaña de desinformación que busca transformar el acuerdo en algo que evidentemente no es, resta la expectativa de que los interesados en el tema, estén ellos en contra o a favor, recuerden que se negoció un Acuerdo de Asociación (y aquí cabe destacar la palabra “asociación”) con base en la buena fe y el respeto mutuo y con la expectativa de que se transforme en un instrumento de cooperación, trabajo conjunto y transformación para el beneficio de nuestras sociedades.