Historial
El comienzo de las actividades de cooperación técnica internacional en el mundo, como mecanismo auxiliar para el desarrollo de los países, se produjo al final de la Segunda Guerra Mundial, con ocasión de la conferencia de Bretton Woods en julio de 1944, cuando se crearon el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Las primeras iniciativas para estructurar la cooperación internacional de manera regular e integral (científica, técnica y tecnológica) fueron motivadas por las Naciones Unidas debido a la necesidad de reconstruir los países afectados por el conflicto y acelerar el desarrollo de los países menos industrializados.
El término "asistencia técnica" fue instituido en 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, que lo definió como la transferencia, de carácter no comercial, de técnicas y conocimientos, mediante la ejecución de proyectos que se implementarían conjuntamente por actores de nivel desigual de desarrollo, con participación de expertos, realización de capacitación de personal, donación de material bibliográfico y equipos, y realización de estudios e investigaciones.
En 1959, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió revisar el concepto de "asistencia técnica", sustituyéndolo por "cooperación técnica", término que favorecía la definición de una relación que, si bien por un lado presuponía la existencia de partes desiguales, por el otro representaba una relación de intercambios y de intereses mutuos entre las partes.
Considerando que la falta de instituciones debidamente capacitadas era un obstáculo importante para el desarrollo, la cooperación internacional debería, por lo tanto, dar prioridad al fomento de la capacidad institucional (institutional building). La existencia de instituciones nacionales técnicamente calificadas (en administración pública, planificación, ciencia y tecnología, gestión de programas gubernamentales, etc.) se consideró como condición esencial para que los esfuerzos emprendidos tuvieran continuidad y para que los países adquirieran la autonomía deseada.
La definición de instrumentos y mecanismos apropiados para la realización de la cooperación internacional fue objeto de especial atención desde el principio. El apoyo técnico, la capacitación de recursos humanos, los procesos de intercambio de tecnología, la donación de equipos y materiales, entre otros mecanismos, se utilizaron ampliamente, y siguen utilizándose, en la implementación de acciones de cooperación. El principal instrumento para definir las intervenciones propuestas y planificar las acciones de cooperación es el proyecto, plasmado en un documento que registra los fines previstos y los medios necesarios para su consecución, además de la lógica de la intervención (marco lógico, hipótesis formuladas, riesgos asumidos, responsabilidades compartidas, etc.).
Siendo el proyecto el instrumento por excelencia para la correcta planificación y gestión de los trabajos a implementar, la metodología de su elaboración ha recibido especial atención por parte de las organizaciones internacionales y agencias bilaterales. La metodología elaborada por las Naciones Unidas ha sido ampliamente utilizada por las más diversas entidades que realizan actividades de cooperación técnica.
Las especificidades de cada modalidad de cooperación (financiera, técnica, científica, tecnológica, etc.) determinaban el uso más intensivo de uno u otro mecanismo de apoyo. En el caso de la cooperación técnica internacional, debido a su propia característica de compartir conocimientos sin ninguna connotación comercial, se hizo hincapié en la consultoría especializada, la capacitación de personal y la complementación de la infraestructura disponible en la institución receptora.
Varios países desarrollados, impulsados por las Naciones Unidas, participaron en programas de cooperación, que continuaron incluso después de la etapa de reconstrucción de los países más afectados por la guerra. Sin embargo, a medida que se profundizaban los intereses comerciales subyacentes, los obstáculos al libre flujo de conocimientos técnicos comenzaron a hacerse más evidentes. En este contexto, la cooperación proporcionada por las organizaciones internacionales resultaba muy atractiva en comparación con la cooperación bilateral, que a menudo limitaba los temas que podían recibir apoyo a través de la cooperación técnica de acuerdo con las políticas específicas de los países donantes. Las organizaciones internacionales, especialmente el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), han permitido la capacitación de países en vías de desarrollo en áreas estratégicas, la contratación de expertos disponibles en el mercado internacional para trabajar en los proyectos definidos y el apoyo financiero a su ejecución.
En el decenio de 1970, la acumulación de experiencias positivas de los países en vías de desarrollo, que podían transferirse a otros países con problemas similares, llevó a las Naciones Unidas a desarrollar el concepto y promover la "cooperación técnica entre países en vías de desarrollo (CTPD)" o la "cooperación horizontal", en contraposición a la "cooperación norte-sur". En 1974, en el marco del PNUD, se creó la Unidad Especial para CTPD, que inició estudios para promover este tipo de cooperación. En 1978, las directrices elaboradas se propusieron en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Cooperación Técnica entre Países en vías de Desarrollo y sus recomendaciones se aprobaron en la forma del Plan de Acción de Buenos Aires.
Así pues, la cooperación técnica internacional es un instrumento auxiliar para promover el desarrollo nacional y un mecanismo importante para fortalecer las relaciones entre los países. Para contribuir al proceso de desarrollo socioeconómico, la cooperación técnica prevé el intercambio de conocimientos entre una organización internacional y un país, o entre países, sobre una base no comercial, con miras a lograr objetivos previamente definidos y acordados entre las partes (plasmados en un "documento de proyecto"), sobre un tema concreto.
La etapa de desarrollo alcanzada por Brasil, entre varios países que habían venido beneficiándose intensamente de la cooperación internacional en las últimas décadas, ha llevado a que la cooperación con algunas instituciones brasileñas fuera solicitada con creciente intensidad tanto por los países interesados en su experiencia como por las organizaciones internacionales. En este sentido, el gobierno de Brasil, reconociendo la importancia que la cooperación técnica internacional había representado para el desarrollo nacional, comenzó a proporcionar cooperación en el extranjero mediante el intercambio de sus experiencias adquiridas y buenas prácticas desarrolladas.
El gobierno de Brasil tiene como premisa fundamental que la cooperación técnica recibida debe contribuir de manera significativa al desarrollo socioeconómico del país y a la construcción de la autonomía nacional en los temas tratados. La misma preocupación se aplica a la cooperación técnica proporcionada por Brasil a otros países, la Cooperación Sur-Sur (anteriormente conocida como CTPD). La Agencia Brasileña de Cooperación (ABC), adscrita al Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE), es la unidad responsable de planificar, coordinar, negociar, aprobar, ejecutar, monitorear y evaluar ambas modalidades de la cooperación técnica internacional que lleva a cabo Brasil, es decir, la cooperación desde el extranjero a Brasil, y la cooperación desde Brasil al extranjero. ABC actúa de acuerdo con las directrices de la política exterior brasileña, por lo que vale recordar que el párrafo IX del artículo 4 de la Constitución Federal de Brasil establece que "las relaciones internacionales de la República Federativa de Brasil se rigen", entre otros, por el principio de "la cooperación entre los pueblos para el progreso de la humanidad”.
Actualizado el: 08/04/2020